Resumen: Dark Sun, Bright Moon. | Regresar |
Antes de continuar, un consejo: este texto revela la trama del libro. Por favor no se adelante si prefiere descubrir el libro personalmente y a través de su lectura. También le aviso que el resumen omite casi todos los personajes, toda la caracterización, la mayoría de las ideas importantes y una multitud de eventos significativos.
Por favor tome en cuenta que las palabras quechuas se han traducido considerando la pronunciación inglesa, es decir el sonido de "ll" en español es como "ly" en la edición inglesa. Entonces algo que sería escrito "Llacsa" en español suena como "Lyacsa" en inglés. Sepan también disculpar las dificultades que se le presentan a un autor anglosajón. El sonido q' en Quechua es un k-golpecito, es casi como un acento. Q'ilyasisa, el nombre del personaje principal, se pronuncia como ‘K'eel ya si sar.
La novela Dark Sun, Bright Moon cuenta con 175,000 palabras, un apéndice para aquellos que prefieren mayores detalles, listas de lugares y otros extras similares, y está organizada en tres secciones y 39 capítulos. La novela posee también más de 100 imágenes monocromáticas.
Dark Sun, Bright Moon no es un libro fácil de epitomar, los conceptos fundamentales para comprender la obra son totalmente nuevos para la mayoría que no conoce la lengua quechua. Si la obra se tuviera que clasificar dentro de una trama, sería, por ejemplo, la de un Western o un escalofriante espionaje, se podría resumir todo en diez oraciones bien escogidas. No obstante, hay que poner a Dark Sun, Bright Moon en su entorno con bastantes detalles y así comienza a tomar sentido.
La historia se sitúa en el aislamiento absoluto de los Andes hace un milenio atrás. Como dice el texto:
”Un océano helado y una selva sin límites encerraban un mundo confinado de sierras nevadas y desierto, una banda de extremos habitada por diez mil años de aislamiento absoluto. La mayoría de sus cuatros millones de habitantes vivían vidas sencillas entre las grietas brutas de los valles de los Andes. Al Sur, su mundo encontraba hielo y desierto. Al Norte, la selva se deslizaba por los volcanes llevando sus fiebres a la costa. No conocían nada más allá de este universo pequeño, y carecían de la escritura, la rueda y el uso del hierro.”
Este libro trata sobre eventos definidos en la historia de la región y su arqueología, pero con una perspectiva dada por la visión del mundo particular de los autóctonos de los Andes. Yo me he restringido a la cronología y arqueología del período. Las distintas sociedades existían en la forma descripta, y los Huari fueron de hecho aniquilados por algo que hizo que quedaran hasta las herramientas de los artesanos esparcidas encima de la mesa y el pan cocinándose en el horno. La civilización de Titicaca fue víctima de una catástrofe repentina treinta años después. Los Moche fueron vencidos por los Chimúes, quienes vivieron también aquí por muchos años como se cuenta en la obra. La geografía se apega con exactitud a la realidad, y el libro cuenta con varios mapas que muestran asentamientos, viajes y otros puntos de interés.
El motor de la trama contiene una metafísica que es única de los Andes. No se trata de un mundo sobrevisto por dioses, sino de algo más complejo, rico y racional. Es una perspectiva todavía honrada por los habitantes de los Andes actuales. Se puede decir que quien vive por encima de aquel cerro es San Pedro y no un ‘apu’, y aun sube la población a celebrar y danzar para él. Todavía les preocupa que por razón de sus malos pensamientos ‘la leche se corte’. Dicho eso, aunque yo he reordenado sus creencias considerablemente, pretendo que el libro quede fiel a su esencia. Lo trato como una verdad literal. Los ‘apus’ son conscientes, pueden llegar a ser parásitos, el parasitismo puede ser contagioso y las comunidades afectadas serán arrasadas.
Examinemos este aspecto metafísico en más detalle. (Existe un video al respecto en la página web). En resumen, nuestro universo es un elemento menor en una cosmología vasta. Se encuentra entre dos esferas – universos - mayores y más complejas, las que no solo constantemente forman de nuevo nuestro entorno físico y crean la ilusión de espacio y tiempo, sino que también son pobladas densamente por un complejo de inteligencias. De entre ellas, unas se relacionan con nosotros, pero la mayoría no.
Una de estas esferas vecinas impulsa la formación continua de nuestro universo y recibe sus instrucciones de la otra. Esta última es un espacio de información, de formaciones geológicas de ella, soltadas por nuestro universo pequeño a lo largo de su historia. Las entidades que viven en este mundo existen dentro de tal formación o son impulsadas por sus propios flujos.
Las comunidades humanas y sus actividades son fuentes particularmente ricas de tal información, y las entidades que se congregan a su alrededor respaldándolas son, predominantemente, los apus; inteligencias que existen con un rango de capacidad intelectual desde la más primitiva-animal- hasta la más brillante. Cada una se dedica a la “cultivación” de su comunidad humana para obtener los flujos mayores de información que los alimentan. Los flujos se derivan de la necesidad de describir en gran detalle actividades humanas que ponen el sistema – de agricultura, de relaciones sociales - lejos del equilibrio natural. La sensibilidad de tales sistemas a eventos suaves – una palabra mal dicha, el orden de la gente en una cola – requiere que sean grabados así.
La palabra justa quizás no sea “información” después de todo, ya que la calidad de ésta existe realmente en distintos grados. Su forma principal es la expresión de la coherencia y la harmonía de un sistema. En el caso humano, caos, conflicto y fricción social disipan estos flujos y los apus – y por lo tanto los humanos – sufren por eso. Los flujos débiles atenúan la fidelidad con la que se reproduce la comunidad, acarreando enfermedad, malas cosechas, una catástrofe continua de accidentes y de muerte. Por contraste, la reciprocidad y harmonía apuntalan la estabilidad y fidelidad del sistema.
Los apus “cultivan” sus comunidades particulares a través de la harmonía. Sin embargo, esto puede sobre-extenderse, y un apu puede llegar a ser un parásito, haciéndose autómata de su gente. Cuando comienza la novela, una plaga metafísica está comiendo por dentro el imperio de los Huari, sus apus son derribados uno tras otro.
Algo distinto sucede con los Chimú, en donde hallaremos un experimento para construir un apu artificial. Los flujos usados son puros, pero de una forma negativa derivada del estrés, la ansiedad y la tensión social no resuelta. Sociedades fundadas de tal manera son estables, como lo son en la actualidad, pero la calidad del flujo que generan es distinta a la de la sociedad fundada en la reciprocidad.
Y ahora veremos la trama misma de la historia.
El desierto costero tiene un solo apu, de muchos miles de años de edad, es un apu que se sostiene por una dieta de sacrificio humano voluntario – por favor véase la muestra Capítulo 1, por el momento solo en Inglés. Vemos cuando él negocia su sobrevivencia con el parásito de Huari. Él lo ayudará a derribar a un grupo que defiende el Sur de los Andes, una región cerca del lago de Titicaca, contra la invasión del parásito.
Aprendemos de los yachaq’, un cuerpo de practicantes que pueden entrar a los universos paralelos y pueden negociar con sus habitantes. Encontramos a Otoronco, un yachaq’ producto de cientos de generaciones de autodesarrollo – no una reencarnación, pero una continuidad de herramientas y capacidades concentradas. Él, más tres apus antiguos, manejan la defensa del Sur. Por razón de negociaciones ya mencionadas, los apus participantes en el pacto introducen al hijo de Otoronco como una bomba humana para socavar las defensas. La explosión de energía desgarra a Otoronco. Su cuerpo muere pero la parte abstracta – producto de tantas generaciones de desarrollo – se va dando vueltas buscando un descendiente de su línea. Antes de morirse, encarga a su asistente Apurímac la tarea de asegurar que esta reconexión ocurra con facilidad.
Entre los otros defensores, el ataque elimina completamente a uno de los apus, deja a otro gravemente herido y transfigura al tercero convirtiéndolo en una especie de semidiós. Este último adopta el nombre de Alcavicca. Más tarde veremos más sobre el desarrollo de éste.
Quince años después de estos acontecimientos, nos encontramos con una señorita llamada Q’ilyasisa. Ella vive en la pobreza en una aldea llamada Jimbe, un pueblo periférico del imperio Huari en donde el parásito todavía no ha atacado. Apurímac también, fiel a Otoronco, ha estado viviendo en el pueblo como yachaq’ – curandero, psiquiatra, veterinario – durante gran parte de este tiempo. Él existe en el fondo de la historia, pero debemos por ahora concentrarnos en Q’ilyasisa. Seguimos su vida hasta una gran crisis, durante la cual ella descubre gracias a Apurímac que su supuesto padre alcohólico es, en realidad, su dueño-él las había comprado a ella y a su madre como esclavas-, y que su vida no es lo que una vez ella había pensado. Ella es la nieta de Otoronco y recibirá su herencia. Luego de tumultuosas relaciones y desengaños Apurímac rescata a Q’ilyasisa y a su madre Taruka. Con la ayuda de amigos y vecinos de Jimbe, los adultos se casan y la vida de Q’ilyasisa recupera un poco de estabilidad emocional. Lamentablemente esto no va a durar. Sus talentos sin embargo crecen rápido bajo la supervisión de Apurímac.
Pronto se presentan eventos que separan a la nueva familia y les fuerzan a huir fuera de Jimbe. Peor aún, un atentado contra la vida de Q’ilyasisa y Apurímac durante ejercicios de instrucción causa la transferencia de elementos importantes de la nueva capacidad de Q’ilyasisa hacia un joven de la casa llamado Titu. Apurímac y Q’ilyasisa se dirigen hasta Chavín, un centro de la actividad yachaq’ que tiene más de tres mil años. Su madre y el joven Titu tienen que salir por la costa – ella porque tiene una familia allá y quiere encontrar a su hermano Atocatuc, Titu porque el parásito ya está dentro de él y no sobrevivirá un viaje por el interior. Seguimos en la obra a Q’ilyasisa durante su arduo entrenamiento en Chavín, lugar donde Apurímac había estudiado antiguamente.
Mientras tanto Alcavicca, el apu transformado, ha empezado a reconstruir el negocio de cobre y bronce en el dominio que una vez tenía cerca del lago de Titicaca. Con su sede en el volcán de Coropuna, él ha establecido un centro de poder considerable. Nos encontramos a Achiq’, jefe de un equipo de mujeres jóvenes a quienes Alcavicca acostumbra a usar para comunicarse con humanos a quienes les faltan las capacidades yachaq’ – es decir, casi todos. Aprendemos de sus planes aplastantes para la humanidad, un régimen casi-fascista de poder centralizado, redes de apus que manejan una conformidad absoluta a un comportamiento social prescripto.
También nos encontramos con la sociedad Chimú, fundada en los desiertos de la costa norteña. Esta gente hace incursiones a los territorios vecinos para capturar esclavos, para que ellos trabajen o sirvan como víctimas para sus sacrificios habituales. El conocimiento de los yachaq’ es prohibido por un sacerdocio que sigue una teología convencional, es decir, una de un cielo poblado por dioses, divinidades salvajes que aplacan con sangre.
La aristocracia de Chimú cuenta con un problema grave; la inestabilidad social. Un aristócrata joven llamado Atocatuc, interesado en las ideas de los yachaq’, les hace una propuesta para que él les construya un apu artificial, concebido para controlar al pueblo, sus actitudes y pensamientos. Sería un apu fundado no en la harmonía sino en su opuesto, una calidad del flujo de información que viene de la agonía, la traición y el odio, un flujo fácil de producir en tal sociedad. Un congreso de nobles le provee lo necesario, pero para evitar la posibilidad de accidentes y una revelación del plan a la población general, reubican sus actividades en el territorio adyacente de Moche. Allá, cualquier bestialidad es disculpable. Atocatuc es el hermano de la madre de Q’ilyasisa, y es hacia él que Taruka y Titu han huido buscando refugio.
Mientras todo esto sucede, Q’ilyasisa termina su aprendizaje. Ella y Apurímac salen de viaje hacia Chimú buscando a su madre y para recuperar sus elementos perdidos, también a Titu. Al llegar a Chimú después de un viaje duro, ella se entera que su madre había llegado, pero que había sido tratada como una peste y enviada inmediatamente a la hacienda de Atocatuc. El mismo Atocatuc ha llevado a Titu a Moche para servirle como asistente. Al recibir esta información, Apurímac se dirige rápidamente al campo para reunirse con su esposa pero, antes de que Q’ilyasisa pueda decidir que hacer, un agente de Alcavicca reconoce sus capacidades como yachaq’. Bajo órdenes, la secuestra y la manda por barco hacia el Sur.
Es un viaje con muchas interrupciones. Visitamos el sitio del único apu de la costa, encontrándolo vacante, despoblado, y con el apu durmiendo. Luego llegan noticias de un desvió para visitar a otro apu, Sara Sara, quien vive en el volcán del mismo nombre. Sara Sara es uno de los tres apus involucrados en la defensa del Sur, quien sobrevivió dañado por el atentado del parásito Huari. Q’ilyasisa se encuentra con Sara Sara en medio de una transformación. Los restos de su abuelo Otoronco y del apu que muere están mezclándose. Ellos le explican algo de los planes de Alcavicca y de su intención de oponérseles. Equipan a Q’ilyasisa con distintas herramientas y capacidades más poderosas que las adquiridas previamente en Chavín, y lo hacen en forma oculta.
Transformada, ahora horripilante para sus guardianes, ella regresa a su cuerpo. El grupo sigue viajando al sur hasta el puerto de Camana, luego subiendo hacia la nueva ciudad que existe bajo las nieves de Coropuna. Allá se encuentra a la doña Achiq’ por primera vez. Después de una examinación y una vigilia en las nieves baja de la cima de Coropuna y se encuentra a Alcavicca. Bruscamente, él desmonta su mente y la construye como un armamento contra el parásito Huari. Pero, antes de todo, él le impone la misión de ubicar su elemento perdido y componerse – lo que implica encontrar a Titu – y también explorar los experimentos en la construcción de apus que se llevará a cabo en Chimú. Necesitará una introducción a los poderes de Chimú, y por eso ella viajará como la enviada especial de la región de Titicaca. Tendrá la misión encubierta de recuperar una reliquia de la misma pirámide en donde – por supuesto, por casualidad – Atocatuc lleva a cabo sus experimentos. Ella llevará mucho oro y un cuerpo oficial de sirvientes y soldados para dar importancia a su misión.
Al llegar, ella se pone de acuerdo con el gobierno Chimú. Viaja escondida hacia Moche, haciéndose pasar por un joven sirviente. Sube la pirámide vieja y se encuentra a Atocatuc, y puede conseguir mañosamente que él tome un narcótico. Ella descubre que Titu ha sido usado como un interfaz para controlar al apu artificial, fácilmente destruye el apu y extrae a Titu del sitio. Titu se encuentra parcialmente inconsciente pero es todavía capaz de caminar. Les queda solo una noche para salir de los territorios de los Moche y Chimú. Como fugitivos capturados, los esclavizarían a primera vista, o los sacrificarían. Se esconden en una selva espinosa adyacente a los Andes hasta que Titu recobra la conciencia. Se dirigen luego hacia el sur con el propósito de encontrarse a Apurímac y Taruka en el templo de Marca Huamachuco. Estas ruinas todavía existen.
El imperativo impuesto por Alcavicca sobre Q’ilyasisa es el de recuperar su herencia, todavía contenida parcialmente en Titu y para cuya restitución necesita de la presencia de Apurímac. Cumplen con el proceso, pero su esfuerzo mata a Titu y deja a Apurímac casi demente. Esto transforma a Q’ilyasisa en algo más que humano.
La fuerza plena de la misión impuesta cae sobre Q’ilyasisa. Empieza con un experimento; depurar al pueblo vecino de Huamachuco de su infestación, todavía relativamente ligera, del parásito. Sale exitosa, pero al momento de su triunfo los alcanza Atocatuc, acompañado por un batallón de soldados Chimúes. Matan cruelmente a su madre, Q’ilyasisa y Apurímac huyen de Huamachuco. Se dirigen hacia el Río Marañón, fuente primaria del Amazonas. El esfuerzo del mandato de Alcavicca es tal que ella tiene que irse al centro del parásito para desafiarlo. La única ruta rumbo a la capital de Huari que ofrece una mera posibilidad de éxito es a través de la selva, y por eso parten en un viaje por los ríos mayores que los lleva por el corazón de la selva pluviosa. Se encuentran con innumerables problemas con la gente indígena de la región.
Disfrazados como comerciantes, llegan más tarde a la capital de Huari. Los habitantes se presentan casi dementes, los remanentes de la burocracia intrincada de una sociedad sin precedentes considerada como la más represiva de la historia humana. El parásito siente su identidad durante la noche y son raptados. Atocatuc reaparece – exiliado de Chimú por el fracaso de sus experimentos, se ha puesto al servicio del parásito. Sabiendo que el flujo del que un apu vive puede ser de información relacionada a la reciprocidad comunal o su opuesto, él dice haber logrado establecer un imperio con su base en el tormento crónico en lugar de la muerte. El imperio espantoso consiguiente durará, dice, para siempre. Se los arrastran a la pirámide que sirve como base del parásito y los preparan para el sacrificio.
Naturalmente, Q’ilyasisa no viene al encuentro sin preparación alguna, y tiene sus armamentos listos. (Su ser emana naturalmente del texto, algo demasiado complejo para resumir en esta sinopsis) Sin embargo, ella sabe que su uso destruirá al parásito pero también condenará a Huari al barbarismo total. Su decisión no es fácil. ¿Se encontrarían mejor muertos, locos, o muriendo de hambre? Cuando se le presenta el parásito antes de su ejecución ella pierde sus escrúpulos y se lanza en una lucha intestina. La civilización Huari desaparece y tanto Apurímac como Atocatuc mueren.
Unas semanas después, un rescate viene de Titicaca, un batallón de soldados mandados por Alcavicca para recuperarla. Ellos la llevan a Coropuna, en donde Alcavicca la recibe encima de su volcán. Él la felicita por su éxito, su desarrollo personal y el de su destino. Ella será ahora la luna para su sol, Mama Q’ilya para su Tayta Inti. (Q’ilyasisa significa ‘flor de la luna’, y Mama Q’ilya es decir Madre Luna, es una de las fundadoras de la leyenda del estado Inca. La religión de Tayta Inti y Mama Q’ilya – Padre Sol y Madre Luna – continúa vigente en la actualidad, quizás disimulado por el sincretismo católico. Mama Q’ilya siempre se presenta, por supuesto, como la Virgen.)
Alcavicca le transmite a Q’ilya su visión para el futuro; control absoluto sobre toda la humanidad y un centralismo total. Propone imponer esto - una religión del estado y las instituciones aptas, más una red de apus esclavizados controlando a las comunidades individuales. Para que ella maneje bien tal red, la convierte en una especie de apu, que reinará junto a él. Ella misma, ahora llamada solo Q’ilya o Mama Q’ilya, tiene que facilitar todo sus planes – el imperio, las instituciones y finanzas, y la red de apus de los Andes. Una nueva raza nacerá bajo las estrictas especificaciones de Alcavicca para la nueva administración del nuevo pueblo. Alcavicca surge del volcán de Coropuna en la forma de una esfera de oro de tres metros de diámetro, y anuncia que quiere ser llevado al lago Titicaca, el centro de su nuevo imperio.
Esta parte del libro sigue con el proyecto difícil de mudar a Alcavicca. Es necesario que esclavos lleven la madera necesaria desde la selva por el lado de los Andes hasta la costa. Tienen que construir la litera que se usará, y también una balsa enorme para llevarlo al sur por mar. Cada paso se revela como un acto calculado para abrir una economía nueva para la región: la madera desecha forma el puerto destinado para la exportación de bronce y así sucesivamente, la nueva ruta hacia Titicaca su fuente. Eventualmente, la caravana de mil porteros y soldados llega a Titicaca, en donde Alcavicca se hunde en la isla de Amantaní. La isla crece significantemente en los meses siguientes.
El peso de integrar las tribus esparcidas en una civilización coherente cae sobre las espaldas de Q’ilya. Paulatinamente, ella junta las nuevas estructuras sociales en el altiplano glacial. Mientras tanto, ella cambia suavemente la prescripción de Alcavicca hacia algo menos rígido, más recíproco. Ella lo califica de Intisuyo, el sistema o dominio del Sol.
El Titicaca se manifiesta como un entorno social muy difícil, y sus campos no son fértiles. Q’ilya comete errores en la especificación de sus nuevas instituciones y el comercio, en particular, se presenta ostentosamente difícil de mantener bajo control. Entretanto, la isla de Amantaní empieza a crecer y se hace cada vez más difícil entrar en contacto con Alcavicca. Según sus órdenes, Q’ilya conduce un grupo al Sur, al sitio del Cuzco de hoy día, en donde ella establece una versión nueva y menos estricta del Intisuyo. Crece bien, tanto como una entidad económica como un centro social de la cultura quechua. Mientras tanto, las noticias de Titicaca no son buenas. Achiq’, quien había quedado en control de la región en la ausencia de Q’ilya, visita el Cuzco con su hijo Manco. Por razón de la inestabilidad que acontece quiere dejar a Manco con Q’ilya, sabiendo bien que aceptar es designarlo su heredero… sin embargo Q’ilya lo acepta.
Es importante estabilizar la situación en Titicaca. Q’ilya y Achiq’ vuelven al lago y se encuentran con un sacerdocio en rebelión y la isla de Alcavicca al rojo vivo sobresalido del lago. Intentan una visita pero pronto son mandadas afuera.
Se ha perdido la región de Titicaca, y huyen. Achiq’ pierde a su esposo en el curso de la fuga. La frontera se sella luego de a su llegada.
Se revela que Alcavicca espiaba a Q’ilya por medio del apu local. Ahora tenemos que retroceder. Más temprano, nos encontramos a Sara Sara, el apu anciano luego moribundo, y conocimos su resistencia al absolutismo de Alcavicca. Un grupo de entidades - apus, otras - había sido citado para manejar el daño que había causado Alcavicca dentro de los universos vecinos. Ya que una resistencia directa habría sido peligrosa, y también habría causado mucha destrucción, proponen en cambio distraer su atención. Esto es más peligroso de lo que parece. Es fácil construir un sub-universo y perderse en él: perderse de tal manera que su personalidad misma se empotra ineludiblemente en la construcción. No se puede salir o salir sin que ocurran cambios profundos, y tampoco habría ninguna razón para salir. Las semillas de tales instrumentos para su distracción-como tentadores juguetes-se esparcieron frente a Alcavicca.
La isla de Alcavicca había sobresalido cientos de metros sobre la superficie del lago. Lo que él había construido más abajo fue un sistema para llevar tales juguetes más allá de sus límites. Por favor recuerde la reconstitución continua de nuestro mundo, bajo la dirección de información guardada. Si usted pudiera montar una estructura muy detallada, formada de inmensas cantidades de tal información, luego usted podría imponer cualquiera cosa sobre la realidad del mundo cotidiano. Alcavicca había construido precisamente tal máquina e identificado mecanismos para recoger el principio creativo – o sea la energía – del universo generativo y así poder usarlo.
El espión tiene memoria, y les muestra lugares que no podrían existir, sociedades enteras que existen por razón de esa mente gigante que arde en la profundidad de barro negro al fondo del lago. Ven ciudades llenas de gente, animales que tienen encima gente sentada o injertada, campos imposibles, llanos y sin la mera vista de una montaña.
“Si él supiera que nosotros hemos visto esto, ¿qué haría?”, pregunta unas de las conspiradoras. “Borrarnos,” es la respuesta. Todos juntos inmediatamente ven ahora a Alcavicca como una amenaza existencial que debe ser eliminada.
Cómo ellos logran su caída va más allá de lo que puede cubrir este resumen. Pero lo logran, a costo de la destrucción absoluta de Titicaca, cuando se destruye la cúpula de la isla en el lago causando un tsunami que limpia el litoral. Cae también la civilización que habían construido, dejando sólo el Intisuyo en Cuzco.
Manejar esta situación presenta a Q’ilya con grandes problemas de refugiados y trastornos económicos, pero también la amenaza difusa de las otras civilizaciones. Por supuesto podrían intentar una invasión del mundo conocido, pero ¿qué podrían querer: peces, lana? Pretenden descubrirlos pero sin éxito. Luego de unos años ella deja de pensar en tales asuntos para concentrarse en los temas importantes del gobierno. Manco alcanza la mayoría de edad, y se lo nombra ‘inca’, jefe. Pronto llega a ser Manco Inca, el primero de su línea. Q’ilya siente que es tiempo para su partida.
La población entera acude a una ceremonia en la que Q’ilya es llevada en procesión hacia Salkantay, un volcán extinto sobre una estribación en la cual algún día los Incas construirán la fortaleza de Machu Picchu. Establecida hace mucho tiempo como apu de Salkantay por Alcavicca, ella abandona su cuerpo por un hogar nuevo, la selva se convierte en su jardín, el océano en su lago.
Pasan siglos.
Sobre el título: Los desarrollos de la tercera sección del libro son impuestos por una religión inventada, la que todavía se encuentra hoy día. El Sol, Inti, y la Luna, Q’ilya, fueron engendrados sobre el lago de Titicaca por el dios creador Huiracocha. El casi-fascista Alcavicca se identifica con el Inti, y él manda a que Q’ilyasisa sea Mama Q’ilya, Madre Luna. Pero él resulta un sol oscuro, y ella una luna brillante.
Salcantay, la última morada de Mama Q'ilya.